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Diferencias entre un buen y un mal inversor

 

Gabriel Florensa, Mentor de emprendedores

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Gabriel Florensa, Mentor de emprendedores

El hecho de estar involucrado como inversor ángel o mentor en varias startups desde hace más de 5 años, me ha enseñado a identificar y poder clasificar a los inversores por su perfil y aspiraciones. En algunas ocasiones me ha tocado ayudar a los emprendedores a levantar capital para sus startups, por lo que creo que los siguientes aprendizajes son importantes a la hora de elegir a sus futuros socios.

Los fundadores no muchas veces tienen posibilidad de elegir a sus inversores. Ya que suelen escasear personas dispuestas a invertir y a los emprendedores les urge captar recursos para avanzar con sus proyectos, por lo tanto, terminan tomando a quien ofrezca sin poder hacer una selección de los postulantes. De esta forma, después de una ronda, las cosas no terminan saliendo como lo planificaban. Por esta razón, quería advertirles a los emprendedores con qué perfiles de inversores se van a topar en sus rondas de levantamiento de capital y cómo identificar los distintos para saber cómo manejarlos.

Para poder hacer la comparación entre buenos inversores y malos inversores, decidí profundizar sobre algunos aspectos intrínsecos de cada uno. Mi intención no es las personas se identifique con las características que describiré, sino que los emprendedores puedan entender qué tipo de actitudes son un llamado de advertencia cuando se acercan a ellos.

Los buenos inversores invierten en sectores que conocen o negocios con los que se identifican, porque siempre tienen las intenciones de agregar valor. Por como son, no podrían hacerlo desde el desconocimiento, por eso se concentran en pocas inversiones en startups a las cuales “les pueden hacer mover la aguja” con sus conocimientos, experiencia o relaciones. Cuando se trata empresarios, de ser posible, intentarán potenciar sus propios negocios utilizando las herramientas tecnológicas en las que están invirtiendo.

Los malos inversores en cambio, no están concentrados en agregar valor, sino en obtener beneficios propios con estas inversiones. Por su falta de convicción están mirando qué hacen sus colegas para entender cómo moverse. No se enfocan en algunas verticales, como me gusta decir, "tiran con escopeta", es decir, diseminan perdigones chiquitos, lo que equivale a decir, que invierten tickets más pequeños en mayor cantidad de startups. Esto, según su criterio, les permite minimizar el riesgo, poniendo los huevos en distintas canastas. En otras palabras, son más especulativos y se asemejan más a apostadores que a inversores.

Los buenos inversores no demandan tiempo a los emprendedores, sino al contrario, simplemente ofrecen el suyo para ayudarlos y están siempre dispuestos para reuniones o llamadas. Cuando es necesario, hacen preguntas y son asertivos al hacerlas, es decir, no preguntan de más y cuando lo hacen es para llevar a los fundadores a pensar fuera de la caja o a reflexionar sobre las distintas problemáticas o hipótesis que ellos no han explorado aún. Se preocupan por dar soluciones y aportar idear.

Los malos inversores, en su relación con los fundadores, se muestran siempre ocupados y son difíciles de contactar ya que, según ellos, sus agendas están saturadas. Sin embargo, cuando están presentes en las reuniones, preguntan demasiado, piden muchos detalles, lo cual hace que estas se hagan largas e improductivas. Muchas veces tienden a querer involucrarse demasiado en la gestión de la empresa, tratando de ocupar más espacio del que deberían.

Los buenos inversores tratan de dar consejos y recomendaciones fundamentadas. Tienen experiencia, por lo tanto, su punto de vista es bienvenido por los fundadores y esto hace que estén dispuestos a escucharlos. Esto no implica que estos inversores participen en las decisiones sino que estas siempre quedan en manos del equipo, que nunca debe perder la potestad en las decisiones y el control de la empresa. Entendiendo que estamos hablando de estadíos iniciales de startups.

Los malos inversores en cambio, se pierden en los detalles y quieren ser tenidos en cuenta a la hora de la toma de decisiones. Sino son consultados, hasta se sienten ofendidos y reprochan a los fundadores por este tipo de actitudes. En muchas ocasiones, pretenden involucrarse en la gestión diaria de la empresa, lo cual es una tarea que no les corresponde, llevando a provocar roces con el equipo.

Cuando un buen inversor decide invertir en una startup, lo hace como si dicha inversión fuera para toda la vida. Su plan es a largo plazo, no especula con un retorno inmediato o salida beneficiosa temprana. Este siente a la empresa como propia, comparte los mismos sueños y aspiraciones de los fundadores. Además, saben que si la compañía no va bien, y al final pierden su inversión, la podrán recuperar con otras de sus inversiones. Entienden perfectamente las reglas de juego, por lo tanto, no se desaniman ante un fracaso.

Por otro lado, los malos inversores tienen una visión más cortoplacista, esperan retornos rápidos, y están muy pendientes de la evolución de la compañía. Cuando los negocios no evolucionan como quisieran, se ponen muy ansiosos y transmiten su malestar al equipo. Sus inversiones se asemejan mucho más a instrumentos financieros que a capital emprendedor, y les cuesta mucho aceptar las pérdidas.

Cuando un buen inversor va a incorporarse en una startup, lo hace en forma frontal y sin rodeos. Tiene algunas reuniones, las necesarias para entender cómo funciona el negocio y el equipo que lo lleva adelante, y no demora en tomar la decisión de inversión, sea esta favorable o no. Por otro lado, se alinea a la propuesta, aceptándola o dejándola. Si pone condiciones, estas seguramente serán racionales de acuerdo a como espera que evolucione el negocio o el rumbo que este deba tomar.

Los malos inversores, se toman mucho tiempo para evaluar su inversión, y sus contrapropuestas están llenas de condiciones, desde tratar de bajar la valuación de la empresa o tratar de hacer valorar sus conocimientos como moneda de cambio a la hora de aportar el capital. Es poco común, pero todavía hay inversores que quieren tomar control de la empresa en la primera ronda de inversión, pretendiendo tomar más del 50 % del paquete accionario, lo cual es un condicionante a futuro ya que cuando quieran entrar nuevos inversores en nuevas rondas, por las diluciones de los fundadores estos perderían intereses en su propio negocio.

 

 

Gabriel Florensa, Mentor de emprendedores